No basta ser líder

El gran líder

No basta ser líder

Las relaciones laborales están cambiando y con ellas las formas y estilos de liderar una organización.
En la actualidad importa más el desempeño de competencias suaves, es decir, la empatía o la habilidad para la resolución de conflictos en grupo, que otras competencias más técnicas, lo cierto es que quienes están a la cabeza de los equipos deben estar a la altura.

Los Líderes también deben aprender y ocuparse de ser buenos jefes, si, jefes con una plena conciencia de su liderazgo y que gestionan permanentemente de manera planificada su liderazgo y ejercicio de jefatura, que en el nivel que ocupen dentro de la organización, operen con altísimo desempeño sus responsabilidades y tareas adquiridas, esto hace que el panorama general de su trabajo y la empresa sea más predecible para su equipo.

Kristoffer Carter, experto en todo lo relacionado con el liderazgo y ‘coach’ de ejecutivos de alto rendimiento afirma:

“La sociedad ha cambiado y con ella las formas de liderar a un equipo. La gestión de los colaboradores se ha orientado más hacia el estímulo profesional, la flexibilidad del colaborador y la capacidad de escuchar que hacia la sanción y reprimenda clásica por haber llegado tarde o por no haber cumplido los objetivos establecidos”.

Es decir, el Líder debe poseer la actitud, competencias, habilidades y conocimientos para prever y administrar el riesgo, para resolver las contingencias cotidianas que se presentan y para asegurar, que en la medida de lo posible no sigan ocurriendo, y eso solo se logra teniendo conciencia plena de su liderazgo, proveyéndose de las herramientas necesarias para gestionar y lo más importante, siendo congruente como persona íntegra y respetuosa de la dignidad de sus colaboradores.

En estos tiempos, las diferentes modalidades de trabajar, gracias a la pandemia y el confinamiento, han transformado la forma de relacionarse entre Empresa y Clientes, Empresa y Colaboradores, así como entre Jefes y Colaboradores, Anthony Klotz, profesor asociado de gestión en la Universidad de Texas A&M, predice que:

“… las personas que se quedaron en la Empresa durante la incertidumbre de la pandemia se están preparando para abandonar el barco, esto es impulsado por tres fuerzas: la generación cambiante, la crisis económica y la comprensión de que las personas pueden tener un contrato social diferente, pasar más tiempo con la familia cuando trabajan de forma remota…”

Lo anterior hace aún más evidente que se requiere de Líderes que, además de las características que posean, sustenten su gestión en su capacidad de transformar los problemas en oportunidades propiciando el logro de los objetivos de la organización y de los de todos y cada uno de sus colaboradores directos, por lo menos.

La cercanía, escucha y atención a cada colaborador se torna más compleja en el entorno actual, lo que implica nuevas formas de liderar, de gestionar, de ejercicio de jefatura, de ocuparnos también de cada uno de nosotros como Líderes, “Control Activo” le llaman en algunas organizaciones, “Ensuciarse las Manos” en el argot popular, “Predicar con el Ejemplo” como la congruencia del jefe, en pocas palabras, Liderar no basta, es necesario Gestionar y Hacer.

Los desafíos en la transformación del liderazgo y en los roles de jefatura nos llevan a asumir un nuevo paradigma, fijar nuevas estrategias, nuevas competencias duras y suaves para dirigir personas, organizar un cambio planeado con una nueva y retadora visión y el empleo de nuevas herramientas de jefatura que optimicen el desempeño de los colaboradores y la organización y afrontar uno de los principales desafíos que existen para los Líderes, fomentar una filosofía de empresa sustentada en la importancia de la persona y crear una cultura y un clima de trabajo favorable en la organización.
¿Difícil?, ¿Retador?, sin duda alguna.

Colaboración: Juan Manuel Ramírez Celedón